Vieron che, finalmente, después de más de cuatro años de espera, salió a la venta el aclamadísimo Final Fantasy XIII! Faah!
y.... bueno, quedó en eso.
Los demás, sin los privilegios de tener consolas Now Gen vemos de afuera, admiramos el nivel de omnipotencia técnica alcanzado por la obra, y no podemos menos que admirarnos.
Sin embargo, leyendo y escuchando la opinión de los que sintieron la experiencia, el juego fue criticado de simple (accesible para el público tristemente encasillado de "casual" por "los que la tienen clara") en su sistema de batallas, a su vez que también se hizo mención de su falta de libertad para explorar en sus episodios (a excepción del onceavo), con lo cual dejaron a determinados seguidores con ganas de más.
Pero e ahí la ironía del asunto, esas son exactamente las mismas características que definieron el caracter jugable de Final Fantasy VII. De hecho, a partir de su translación al 3D la serie se convirtió en una de las más accesibles para el público en general. Y respecto a su linealidad, Final Fantasy es sinónimo de linealidad. Es algo implícito en su escencia.
Así que, tras haber esperado poco más de 4 años -o más, si consideramos que FFX fue el último reconocido como FF puro- recivimos el sueño de todo fan; un sucesor espiritual de FFVII. Sin embargo, pareciera ser que el tiempo terminó marcando a fuego aquellos recuerdos del pasado, y ahora, aunque el amor siga palpando su caracter, los jugadores reciven un título con el mismo sabor que la mencionada experiencia, pero sus corazones no son los mismos; y tras haber pasado años de diversas producciones a lo largo de los años, quizás los jugadores no tengan la inocencia de antaño, necesaria para despertar la misma pasión en este título. Y así, Final Fantasy XIII es reconocido como un título de deslumbrante producción, pero que tras ser terminado, quedaría guardado en el estante de los videojuegos, como un buen recuerdo, una grata experiencia, igual a tantas otras. Atrás quedarían los tiempos en que volver a colocar el disco y revivir la experiencia de cero eran motivo de alegría.
Después de todo, quizás el esperar un sucesor no sea más que un sueño, una fantasía sin fin....
Mi única Fantasía sin Fin es la pechugona azulada y frigorífica de Shiva, aha ah!
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